“¿Prometen defenderla, respetarla y amarla, con fraterna tolerancia y respeto, estudiando con firme voluntad, comprometiéndose a ser ciudadanos libres y justos, aceptando solidariamente en sus diferencias a todos los que pueblan nuestro suelo y transmitiendo, en todos y cada uno de nuestros actos, sus valores permanentes e irrenunciables?“.
Tal es la pregunta de rigor formulada toda vez que a soldados y estudiantes se les toma juramento de lealtad a la Bandera Nacional.
Creada el 27 de febrero de 1812, durante la gesta por la Independencia de las provincias Unidas del Río de la Plata, por el general Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano y González, nuestra más alta enseña (que comenzara a flamear en los albores de nuestra libertad) simboliza a la República Argentina, pero, sobre todo, más hondamente aún: a la patria.
La Cooperativa de Santa Rosa de Calamuchita adhiere a esta fecha conmemorativa de la muerte de Belgrano, acaecida el 20 de junio 1820 (hace exactamente 197 años) y que ostenta una fuerte significación entre los connacionales de buena voluntad.
Emblema de nuestra libre soberanía, la Bandera convoca el ejercicio de nuestros deberes y derechos, a respetar las leyes y las instituciones. Es también expresión de nuestra historia forjada, con sus marchas y contramarchas, sobre la base del esfuerzo de millones de hombres y mujeres, aquellos que nacieron en nuestra tierra tanto como los que vinieron a poblarla al amparo de esta bandera y de la Constitución Nacional.
Por extensión, la “jura de fidalidad”, que no es sino una promesa en defensa de valores compartidos, representa, además, nuestro presente, en el propósito de fortalecer la democracia y conquistar la esperanza de un mañana mejor para el país.
“Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional”, dijo Belgrano, convencido de aquella necesidad colectiva, y obró en consecuencia.
“Nadie me separará de los principios que adopté cuando me decidí a buscar la libertad de la patria amada –advirtió-, y como éste sólo es mi objeto -no las glorias, no los honores, no los empleos, no los intereses-, estoy cierto de que seré constante en seguirlos“.
Han pasado 205 años desde su creación y nuestra enseña patria, hoy como ayer, nos define y nos identifica.